La edición número 94 de los premios Óscar sorprendió a todos. Después de la contingencia por Covid-19, anhelábamos ver un show protagonizado por la calidad de los artistas pertenecientes a la industria de Hollywood y no por sus escándalos.
En medio de polémicas (entre ellas la ocurrida con Will Smith y Chris Rock) el evento más esperado del cine ha perdido toda credibilidad.
Por esta razón, hoy presentamos los cinco momentos más oscuros de la gran gala que serán recordados para siempre.
Racismo, un acto frecuente en la Academia
Hattie McDaniel fue la primera mujer afrodescendiente ganadora de una estatuilla dorada, misma que en 1940 solo podía tocar las manos de la gente «blanca».
Ese mismo año, la histrión se presentó al evento para recibir su premio a Mejor Actriz de reparto por su papel en una de las películas más icónicas del séptimo arte: Lo que el viento se llevó (1939). Sin embargo, la ovación fue intercambiada por la discriminación sistemática que trascendió a los Óscar.
Esa noche, se le prohibió sentarse con sus colegas de piel clara, por lo cual no pudo compartir tal instante con los compañeros a los que conoció detrás de cámaras. Tal hecho solo se sumaba a una lista inmensa de acciones racistas en su contra, pues poco antes se le impidió acudir al estreno de la cinta que había protagonizado junto a Vivien Leigh y Clark Gable.
En esta época aún prevalecía la Ley Jim Crow, la cual, de acuerdo con El país, «imponía la segregación racial» a las personas de color. Por ello, la interprete jamás recibió una invitación para asistir a la premiere, y por ende, tuvo que pedir un permiso especial para poder presentarse en los Óscar.
Bajo los reflectores de la discriminación
Hasta su último suspiro, fue foco de agresiones por parte de los caucásicos y también por parte de su propia comunidad, ya que la señalaban por tomar papeles que los «denigraban». Hattie siempre pensó que sería prácticamente imposible triunfar de otra forma en ese tiempo: “Prefiero interpretar a una criada por 700 dólares que ser una por 7”.
En 1952, McDaniel perdió la batalla contra el cáncer de mama. En su testamento estipuló como última voluntad que la sepultaran en el cementerio Hollywood Forever y que su galardón se entregara a la Universidad de Howard. No obstante, el cementerio rechazó la solicitud porque no podían admitir a negros por más célebres que fueran… Sin duda, este mundo quedó en deuda con una de las mujeres más talentosas de la pantalla grande.
¡Vestidos elegantes, celebridades y LSD!
Un nuevo siglo iniciaba mientras los creadores de South Park, Trey Parker y Matt Stone, arribaban a la alfombra roja de los premios vestidos de mujer y ligeramente perdidos por el LSD. Sus trajes fueron la sensación del momento porque eligieron como inspiración prendas que J.Lo y Gwyneth Paltrow habrían usado previamente.
Con un toque de humor negro (altamente detectado en la serie que los catapultó en Hollywood), los artistas pensaron en ir disfrazados de pato, pero debido a que no podían violar el código de vestimenta de la Academia, optaron por atuendos femeninos.
En sí, ambas personalidades se encontraban ahí porque Parker estaba nominado a Mejor canción por Blame Canada, tema que apareció en la serie en 1999. Por supuesto, cuando llegaron al Shrine Auditorium nadie sabía lo que verdaderamente estaba pasando.
Con respecto a su atuendo únicamente comentaron: «es una noche mágica y todos lucen tan espectaculares; solo queríamos ser parte de eso».
Después del gran escándalo (mismo que se mantendría tas descubrir que los presentes se encontraban bajo los efectos de dicha sustancia), la categoría por la cual habían acudido finalmente se la llevó Phil Collins por el tema You’ll be in my heart creado para Tarzán (1999). Como era de esperarse, a los productores les importó un comino perder.
Susan Sarandon y Tim Robbins vetados (temporalmente) del Óscar
Una de las parejas más polémicas del evento fue la integrada por Susan Sarandon y Tim Robbins. Algo que le molesta mucho a la Academia es que la entrega de galardones sea utilizada como «propaganda política», aunque tras bambalinas hay mucho de eso en su propio discurso (ejemplo de ello fue este 2022, donde hicieron mención del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, y expresaron su apoyo rotundo al primero).
En 1993, la dupla aprovechó su participación para hablar de cómo las autoridades estadounidenses maltrataban a los inmigrantes haitianos que padecían SIDA. En ese mismo programa, Richard Gere también arremetió contra los líderes de China por su invasión al Tibet.
Lo anterior, enfureció tanto al organizador, Gil Gates, que optó por vetar a las celebridades en las próximas ediciones. No obstante, esto duró poco, pues en 1996, Susan se llevó la categoría de Mejor Actriz por su papel en Dead Man Walking; mientras que su ex-marido ganó el premio a Mejor Actor de reparto en 2004 por Mystic River.
Chris Rock, entre bromas inoportunas y racistas
En 2016, un grupo de 25 asiáticos presentó una carta de protesta contra los chistes de corte racial lanzados durante la gala de ese mismo año. La noche del 28 de febrero, Chris Rock fungió como el presentador de uno de los segmentos que indignó a distintos artistas por las bromas que el comediante realizó en contra de dicha comunidad.
Efectivamente, su altercado con Will Smith no es el primero que pone al comediante en el ojo del huracán. En tal episodio, éste invitó al escenario a tres pequeños de oriente vestidos con esmoquin para representar a contadores. Tal hecho, se relaciona con el estereotipo de que los jóvenes de dichas regiones son hábiles en matemáticas.
Posteriormente, Rock finalizó su intervención con un comentario que enfureció a la audiencia:
«Si a alguien le molesta este chiste, que manden un tuit sobre ello desde su teléfono, que también fue fabricado por estos niños».
De acuerdo con algunos críticos, esto supone un prejuicio sobre los niños de dichos territorios y demerita la lucha contra del trabajo infantil existente en diversas regiones del mundo.
Las controversias expuestas, así como las que no se mencionaron aquí, nos llevan a cuestionar a la AMPAS por su doble discurso. Mientras intenta fomentar premiaciones más «inclusivas» y «justas», entre sus filas siguen reforzando los estereotipos sociales y evocando a la violencia (ya sea verbal, psicológica o física) en medio de una premiación que solo debería rendirle homenaje a las personalidades más icónicas de la cinematografía.
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