Dahmer, la nueva serie de Netflix, abrió un nuevo debate entre la audiencia. Algunos han aclamado la interpretación de Evan Peters; pero otros cuestionan la razón por la cual decidieron centrarse en el asesino y no en las víctimas.
Lo anterior, luego de que algunos usuarios mostrarán cierta empatía hacia el Monstruo de Milwaukee, quien aparentemente tuvo una vida solitaria y vacía debido a sus trastornos y la separación de sus padres.
¿Pero qué tan cierto es lo que se muestra en la serie? ¿De verdad lo pasó tan mal durante su vida? ¿Fue más cruel de lo que aparenta la ficción? Aquí explicamos algunas similitudes y diferencias entre la producción de la «N» roja y la vida real del asesino estadounidense.
La serie se queda corta
Si la actuación de Peters te causó escalofríos, la verdadera naturaleza de Dahmer te impactará. Aunque los rasgos sádicos del perpetrador quedan claramente expuestos en la producción, lo cierto es que ésta se queda corta. El caníbal era mucho más cruel, violento y fuerte de lo que refleja la trama.
Él no se conformaba con violar brutalmente a sus víctimas en vida, una vez que los estrangulaba copulaba con sus cadáveres para después comerse el corazón. Además, intentó transformarlos en zombies para mantenerlos a su lado y siempre se quedaba con alguna parte de ellos a modo de trofeo.
Su verdadera relación con Tony Hughes
«No te vallas», probablemente lo que desató la furia de Dahmer fue su soledad y falta de afecto. Pero sus ganas de ser un «chico bueno» jamás fueron suficientes para tentarse; la prueba más fidedigna es Tony Hughes.
Algunos creen que Dahmer sintió cierto afecto por el modelo (quien sufría una discapacidad), pues la madre del joven declaró que ambos fueron amigos por más de un año. Efectivamente, no se sabe si tuvieron una relación como apunta la historia.
Sin embargo, Jeffrey aseguró en una entrevista que su objetivo siempre fue cazarlo, nunca sostener un vínculo íntimo con él. El informe de Associated Press destaca que éste lo drogó, desmembró su cuerpo (mismo que mantuvo por tres días), lo decapitó y utilizó ácido para extraer la piel del cráneo que guardó en su colección.
Una infancia ¿normal?
Gracias a las declaraciones de los familiares más cercanos de Dahmer, se sabe que éste recibió mucha atención de sus padres cuando era un bebé. Sobre todo durante su primera etapa de vida, ya que por problemas en sus piernas y cadera tuvieron que inmovilizarlo; seguidamente le hicieron una cirugía para quitarle una doble hernia que se formó en sus genitales. A partir de ese momento, las cosas cambiaron para la familia.
Joyce, madre del perpetrador, asegura que siempre amó a su hijo. No obstante, las memorias de Lionel (su padre) indican que ella lo descuidó por su ansiedad y depresión, mientras él se concentraba en terminar su doctorado. Al final ninguno le prestó la atención que necesitaba por sus problemas maritales.
«Enérgico y feliz», eso fue Dahmer hasta que ocurrió su operación, pues a partir de ahí comenzó a retraerse mucho más del mundo exterior. Su afinidad por los animales empezó desde pequeño, mas aumentó cuando su padre le enseñó a blanquear y preservar los huesos de los animales que encontraba muertos en la carretera.
Un chico feliz
Contra lo que se ve en la serie, durante su adolescencia los educadores lo veían como un chico inteligente, aunque con calificaciones promedio. Era muy bueno para jugar tenis e incluso tocó brevemente en la banda de la escuela durante la secundaria.
Lo anterior, dio un giro de 360 grados cuando Joyce se fue de la casa con su hijo menor (David), ya que se había divorciado de Lionel; abandonando a su suerte a Jeffrey, un adolescente de 18 años.
Pese a dicho historial, Dahmer aseguró que el único responsable de sus decisiones fue él, aunado a que toda su vida se sintió diferente al resto. Su homosexualidad y alcoholismo prematuro, así como las enfermedades mentales que lo agobiaban, fueron solo otro puñado de factores para impulsar al monstruo a salir de su escondite.
Real: La negligencia de la policía
Si de culpables hablamos, la policía dio mucho de que hablar. ¿Por qué? Las autoridades tuvieron la oportunidad de detenerlo en más de una ocasión, y uno de dichos momentos clave fue cuando Dahmer agredió sexualmente a Keison Sinthasomphone.
El chico de 13 años también era hermano de Konerak, adolescente al que asesinaría un par de años después. Ambos hermanos sufrieron la negligencia de las autoridades; el primero no recibió la justicia que su familia apelaba, pues el juez optó por demeritar el hecho para «impedir» que Dahmer destruyera su vida.
Por su parte, tuvieron la oportunidad de salvar al segundo gracias a la llamada de una vecina que encontró al niño desnudo y con sangre entre sus piernas. Aun con estas señales, los guardias no hicieron nada con la excusa de que el chico era «novio» de Jeff.
El delito de violación en segundo grado solo le costó un año de confinamiento al criminal, quien atacó nuevamente a la familia tras arrebatarles al hijo menor. Todo esto fue propiciado por el racismo, ya que el delincuente nunca fue cuidadoso con sus actos, al contrario, cada uno de sus vecinos aseguraba que su departamento era un enjambre de pudrición y muerte.
No obstante, la comunidad negra que lo rodeaba, jamás fue escuchada. Pues otro de los sobrevivientes (mismo que aparece en el capítulo cinco de la serie) logró escapar y denunciarlo, pero los oficiales se compraron de inmediato la versión del niño bueno, blanco y tímido que les vendió Jeffrey.
Así que en conclusión, Dahmer no era inteligente, era caucásico y sus crímenes ocurrieron en medio de una época donde el racismo era el pan de cada día en Norteamérica.
Jeffrey, ¿se arrepintió?
En una entrevista que dio al diario Inside Edition, declaró: «Siempre supe que estaba mal después del primer asesinato… Era casi adictivo; una oleada de energía. No tendría que preocuparme por ninguna de sus necesidades ni nada. Simplemente tenía el control total de la situación».
En sí, el asesino serial jamás mostró arrepentimiento. En contraste, estaba seguro de que si nunca lo hubieran capturado hubiera matado a más hombres. Lo anterior, tiene sentido debido a que su psicopatía y esplacnofilia lo incapacitaron para sentir empatía hacia los demás, a quienes solo deseaba llegar para controlarlos.
En realidad, la mente de un asesino siempre fascinará a la audiencia porque todavía somos incrédulos ante sucesos de este tipo. El ser humano puede retorcerse en cualquier punto de su existencia y este tipo de proyectos nos dan la oportunidad de entender que la maldad va más allá de lo simple.
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