¡Suenan las campanas! Netflix estrenó recientemente Mis dos vidas, drama romántico protagonizado por Lili Reinhart y dirigido por Wanuri Kahiu, que aborda la toma de decisiones y la maternidad desde un punto de vista bastante optimista.
ADVERTENCIA: Esta reseña contendrá spoilers.
¿De qué trata Mis dos vidas?
Mis dos vidas centra su atención en Natalie, una estudiante de animación que desarrolla un plan quincenal para cumplir todos los objetivos que tiene en su vida. Con el lema: «Si fallas al planear, planeas el fracaso», está segura de que nada perturbará su destino.
Sin embargo, un par de días antes de la graduación mantiene relaciones con su mejor amigo Gabe (Danny Ramírez). Es hasta la gran noche que Nat comienza a sentir náuseas, lo que lleva a Cara (Aisha Dee) a comprarle una prueba de embarazo a su amiga.
A partir de aquí el film nos mostrará qué pasaría si la prueba resulta positiva o negativa: ¿qué perderá la protagonista? ¿será feliz o infeliz en alguno de los escenarios? Pues aquí tienen las respuestas.
Lo mejor y peor de la primera vida
La primera versión de Natalie decide que tendrá a su bebé; afortunadamente cuenta con el apoyo de Gabe, quien decide abandonar su sueño de ser músico temporalmente para hacerse cargo de su familia.
Los padres de la joven al inicio se muestran enfadados, pues su más grande preocupación es dejar atrás los planes que tenían en solitario. Mientras tanto, la protagonista debe deshacerse de su sueño de viajar a Los Ángeles con Cara para aceptar un trabajo en una cafetería.
¡Uf! ¿Parece terrible verdad? Lo cierto es que la familia de Nat cuenta con los recursos suficientes para cuidar de ambos chicos. La comodidad es tan grande, que ella se queda a vivir ahí durante cuatro años en vez de hacer lo mismo que Gabe, quien decide marcharse y rentar un lugar propio.
En una primera faceta, Nat se siente deprimida porque está enfrentando el duelo de dejar atrás a la persona que era y que sería si no se hubiera embarazado. Pero la verdad es que la protagonista terminó su carrera a tiempo, contaba con una red de apoyo lo suficientemente fuerte para continuar con sus sueños y solo los abandonó porque el guion lo decía.
La superficialidad de la segunda vida
En el segundo resultado, vemos a Nat viajar a Los Ángeles con Cara, quien ha conseguido un puesto de publicista. A partir de aquí, parece que todo se tornará mucho más realista, en cambio empiezan a ocurrir una serie de hechos que efectivamente solo son posibles en la ficción.
La ilustradora aplica a una vacante para ser asistente de su ídola, Lucy Galloway. Al no obtener respuesta, acude a un evento y logra acceder sin ninguna dificultad a la zona VIP para buscarla, pero la artista nunca asiste a esos eventos. Quien sí lo hizo fue Jake, un hombre que trabaja en la misma empresa a la que Nat quiere entrar.
Otra vez, por arte de magia, al día siguiente recibe una llamada para tener una entrevista, ya que su próximo interés amoroso logra recomendarla. Natalie logra entrar para iniciar una vida de ensueño; Jake se convierte en su novio (cuyo acontecer también depende de los planes) y consigue un empleo bien remunerado.
¿Realmente la vida es así de fácil? No lo creo, para cualquier cosa se requiere esfuerzo, pero Nat en ambos casos esquiva las dificultades y las que se ponen en su camino no son tan complejas como aparentan.
La maternidad: Un sueño
El gran problema de la película es que introduce temas sin explorarlos en su totalidad. Cuando parece que abordará los problemas de un embarazo a temprana edad, termina dándoles solución con base en el cliché.
Gabe es un padre extraordinario, los abuelos aceptan en un segundo a la bebé y de un día para otro Nat cuenta con la solvencia económica y estabilidad que temía perder. Y, aunque no se debe romantizar la maternidad ni tampoco exponerla como una pesadilla, es difícil encontrar un punto medio en esta cinta.
Mis dos vidas se pasó por alto aspectos como el aborto, algo interesante que pudo abordarse para saber cómo afecta a las mujeres, pues en muchos sentidos se cree que tomar ese camino es lo más fácil. No obstante, las implicaciones psicológicas y sociales tienen un gran impacto en ellas, lo cual ni si quiera se mencionó.
¿Qué podemos rescatar? El mensaje
Pese a la mala ejecución de dicha producción de Netflix, como espectadores a veces es necesario encontrarle un sentido a lo que se nos presenta. Por fortuna, lo más rescatable (además de las actuaciones de Lili y Danny), es el mensaje.
Aunque la vida no está cargada de tantas fantasías, lo cierto es que sin importar qué dirección tomemos, es posible ser felices. Como bien se sabe, nuestros planes en pocas ocasiones salen como esperamos, ya que a veces nuestro destino tiene preparado algo mejor.
Por su puesto, nada es fortuito y los «no» serán más que los «sí»; pero de nosotros depende la decisión de casarnos con el fracaso o sacarle provecho a los errores para aprender de ellos. Como emite el psicólogo más famoso de TikTok, Brian Tracy: quien se concentra en los problemas está condenado a ser infeliz, quien se concentra en las soluciones tendrá éxito.
«Estás bien», al finalizar, el personaje interpretado por Reinhart mira a sus dos versiones frente al espejo, sonríe y se da cuenta que superó sus miedos. En pocas palabras, al fin se creyó merecedora de las tormentas y aciertos, pues lo que es para ti, llegará en cualquier momento.
Conclusión
Finalmente: este drama romántico tenía una premisa genial por explotar, pero optó por lo convencional y se vistió de todo lo que convierte a un film en soso e insulso. Para colmo, fuera de la ficción es imposible saber qué pasaría si Wanuri hubiera retomado estas vidas paralelas con un tono menos superficial.
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